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Opinión

El fin de la pandemia de covid-19 puede estar cerca

Un esperanzador anuncio hizo el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus: “El fin de la pandemia puede estar cerca”. Lograrlo implica no bajar la guardia (más de lo que ya se ha hecho), sino hacer conciencia de que toca evitar que haya una nueva escalada de casos con la llegada del otoño en el hemisferio norte (incluye Guatemala).

CABLE A TIERRA

La aspiración global es que todavía este 2022 se pueda dar por finalizada la etapa aguda de esta crisis sanitaria de alcance global que ha causado más de 480 millones de casos y al menos 6 millones 124 mil fallecidos registrados como víctimas mortales del covid-19. Aunque hay que recordar que este es solo el registro oficial, pues innumerables estudios en todos los países, incluida Guatemala, han dado cuenta de que el número de muertes reales ocasionadas por el covid-19 y por otras causas durante el período de la pandemia es bastante mayor.

El recuento de Guatemala lo confirma: mientras el MSPAS registró oficialmente 19,722 fallecidos por covid-19 hasta el 18 de septiembre, el último monitoreo realizado por el Laboratorio de Datos GT mostró, al 20 de agosto 2022, un exceso de mortalidad de 66,800 fallecidos a lo largo de la pandemia, de los cuales 26,087 (39%) han sido fallecimientos registrados en el Renap con diagnóstico covid-19 en alguna de las causas de muerte.

Reconociendo la importancia de asegurar que todos los países avancen hacia la finalización de esta etapa de la crisis sanitaria, la OMS propone cuatro áreas que deberían priorizar los países y sus ministerios de Salud: La primera es priorizar el fortalecimiento de la vigilancia epidemiológica y de los laboratorios nacionales de salud, y, en general, desarrollar la “inteligencia estratégica en salud” como un área crucial de capacidades en la función ministerial. La segunda es perseverar y continuar con la vacunación contra el covid-19 y con otras medidas de salud pública (como el uso de mascarilla en espacios cerrados), así como buscar formas más efectivas para involucrar a las comunidades y lograr la aceptación de la vacunación donde haya reticencia. Las otras dos medidas son de corte más estructural, pues se refieren a fortalecer integralmente el sistema de salud y a desarrollar y/o fortalecer las capacidades para la investigación en salud pública, así como asegurar sistemas efectivos de suministros de vacunas, medicamentos y suministros.

Respecto de los dos primeros, a lo largo de estos 30 meses hemos visto cómo el sistema de vigilancia epidemiológica y la red del Laboratorio Nacional de Salud fueron llevados más allá del límite; tuvieron que responder en condiciones de alta debilidad institucional preexistente, hecho que, en parte, explica la posibilidad de respuesta que han podido tener durante la crisis. Son áreas del MSPAS que cumplen funciones estratégicas pero que generalmente quedan relegadas e invisibilizadas frente a las urgencias del sistema asistencial, políticamente más sensible.

La otra prioridad es continuar con la vacunación covid-19, que avanza a paso de tortuga (63% a nivel mundial y 40% en Guatemala con esquema completo), en parte por las profundas desigualdades que han marcado el proceso, las debilidades preexistentes de los sistemas de salud y por la falta de estrategias adecuadas para implementar la vacunación en las poblaciones socioeconómicamente más vulnerables.

Ciertamente hay hartazgo con el tema. Los que seguimos vivos podemos darnos el lujo de sentirnos así, pero evitar nuevas oleadas de covid-19 y anticipar nuevas crisis sanitarias obligan a poner atención, en serio, al Ministerio de Salud.

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