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Opinión

Reducir el dolor

COLUMNA: CORDURA SOCIAL

Por: Oswaldo Soto

El dolor es parte de la vida.

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Por no querer aguantar, sufrimos más.  Por huirle al dolor, nos desesperamos, entonces ahora no solo tenemos dolor, sino también desesperanza.  ¿Has sentido malestar, por sentir malestar?, ¿Tristeza, por sentir tristeza?, ¿Ansiedad, por sentir ansiedad?, ¿Miedo, por sentir miedo?, ¿Pesimismo, por sentir pesimismo?

El dolor físico es la forma en que el organismo se comunica con nosotros.  Si nos duele la muela, nos está diciendo que debemos asearnos donde duele.  Si sentimos síntomas de estrés, nos está diciendo que le exigimos demasiado.  Si sentimos síntomas de ansiedad, nos está diciendo que nos estamos preocupando en vano.  Escuchemos y hagamos caso a esa comunicación eléctrica.

En el escáner del cerebro, cuando alguien tiene dolor, se observa que se activa el área de recepción del dolor, pero también se activa el área de emitir juicios.  Esto quiere decir que el cerebro está resistiéndose al dolor, reniega, y lo juzga como malo.  Entonces no solo hay dolor, sino sufrimiento.

Sin embargo, en una persona que hace una meditación para el dolor, se observa en el escáner que se activa únicamente el área de recepción del dolor.  Y el área de emitir juicios está muy calmada. También pasa lo mismo con el dolor emocional, cuando se pierde algo que no se quería perder, duelo.

Esta meditación se enfoca en una curiosidad de esa sensación.  El dolor es simplemente una señal, que comunica algo.  Al observarla tal cual es, se deja una brecha entre la señal corporal y el Ser.  Y esa observancia genera bienestar, reducción del dolor.

El emitir juicios sobre el dolor físico o emocional perpetúa el malestar.  Juicios como: ¿por qué a mí?, ¿qué estoy pagando?, esto es malo, soy culpable de esto, me están deseando el mal… provoca que las señales eléctricas del organismo funcionen deficientemente.  El aceptar la realidad tal cual es, genera sensación de bienestar, incluso de recuperación.

La felicidad no se debe a la alegría o a los placeres.  La infelicidad no se debe a los dolores o malestares.  Alguien puede estar muy feliz, a pesar de tener un gran dolor e incomodidad.  Y alguien puede estar muy infeliz a pesar de tener una gran comodidad y lujos.  Es cuestión de perspectiva, de cómo percibimos la realidad. 

El dolor es parte de la vida.  Es más realista centrarse en formas de reducir el dolor, hacer la vida más soportable, que andar persiguiendo placeres.  Restringir los placeres que colman los sentidos, hará que aguantemos más y mejor el dolor.  Te dejo la siguiente frase para que reflexiones:  “La forma de no ser tan miserable, es no esperar ser tan feliz”.

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