Por: Newt Gingrich
Los republicanos deben aprender a dejar de subestimar al presidente Joe Biden.
Las temporadas de fútbol universitario y profesional siempre me ayudan a aclarar la diferencia entre ganar y perder. Me encantan los Green Bay Packers, pero no están teniendo un buen año.
Por otro lado, la Universidad de Georgia acaba de ejecutar su segunda temporada regular invicta desde que Herschel Walker jugó allí. (Por supuesto, los Bulldogs deben vencer a LSU por el Campeonato de la SEC y luego ganar su segundo campeonato nacional consecutivo según las expectativas de los ex alumnos de Georgia).
La claridad de ganar y perder crea una claridad de análisis de quién lo está haciendo bien y quién no.
Si aplica ese modelo simple a Biden, se da cuenta de lo bien que lo está haciendo según su propia definición de éxito.
Como la mayoría de los estadounidenses, no apruebo el trabajo que está haciendo. Como prácticamente todos los conservadores y republicanos, me opongo profundamente a sus políticas. Claramente están debilitando a Estados Unidos y fortaleciendo a nuestros enemigos. Y, nuevamente, como la mayoría de los estadounidenses, me opongo a las políticas que socavan y amenazan con destruir la cultura estadounidense populista, única y compartida.
Sin embargo, la hostilidad de los conservadores hacia la administración de Biden en nuestros términos tiende a cegarnos sobre cuán efectivo ha sido Biden en sus términos. Solo ha construido y fortalecido el sistema de cultura del despertar del Gran Gobierno Socialista de izquierda.
Nos desagrada tanto Biden que nos enfocamos mezquinamente en sus dificultades para hablar, a veces en su comportamiento extraño, claros lapsos de memoria y otros defectos personales. Nuestra aversión hacia él y sus políticas nos hace subestimarlo a él y a los demócratas.
Pero recuerde: los presidentes Dwight Eisenhower y Ronald Reagan prefirieron ser subestimados. Ambos querían que la gente los considerara agradables, pero no peligrosos. Descubrieron que ser subestimados era un activo importante. Mientras la gente se reía de ellos, ellos estaban ocupados logrando sus objetivos y poniendo en práctica sus programas.
Biden ha logrado algo similar.
Han pasado 50 años en la vida pública (elegido para el Senado de los Estados Unidos a los 29 años y solo elegible para prestar juramento después de las elecciones de 1972). Biden se las arregló genialmente para convertirse en una fuerza importante en el Senado. Si bien fracasó miserablemente al intentar postularse para presidente, terminó como vicepresidente durante ocho años . Luego se quedó en el sótano y ganó en 2020.
El equipo de Biden tomó una mayoría asombrosamente estrecha de cuatro votos en la Cámara de Representantes de EE. UU. y un empate 50-50 en el Senado y lo convirtió en billones de dólares en gastos, y en una serie de proyectos de ley radicales. Prácticamente todos los conservadores se opusieron enérgicamente al último proyecto de ley sobre los derechos sexuales que anulan todos los demás derechos, incluso cuando se aprobó con el apoyo de los republicanos.
Biden ha librado una guerra cuidadosa y cautelosamente en Ucrania sin tropas estadounidenses. Aunque en un mal momento fueron entregadas lentamente las armas y la ayuda financiera de Estados Unidos, lo que ha ayudado a paralizar lo que la mayoría pensó que sería una victoria fácil para el presidente ruso, Vladimir Putin .
A pesar de los terribles problemas con la economía, el crimen y la frontera (lo que llevó a muchos analistas, incluido yo mismo, a suponer que el Partido Republicano obtendría una amplia capitalización política en noviembre), Biden y su equipo ejecutaron una estrategia para polarizar a los estadounidenses contra los partidarios de Donald Trump.
Convirtieron el 6 de enero en una crisis que eclipsó el verano anterior con fuego, caos y destrucción provenientes de la izquierda. También exageraron groseramente la amenaza al derecho al aborto. Y todo funcionó.
El equipo de Biden tuvo una de las mejores elecciones de primer mandato de la historia. No fueron repudiados, si no todo lo contrario. Al final ellos no tuvieron que pagar por su terrible mal manejo de la economía .
Si los republicanos van a trabajar con éxito durante los próximos dos años en el Congreso, y ganar la presidencia en 2024, debemos analizar mucho más profundamente lo que funcionó y lo que no funcionó en 2020 y 2022.
Hoy en día, no hay suficiente comprensión (o reconocimiento) entre los principales republicanos, todo nuestro sistema y enfoque fallaron. Necesitamos repensar desde cero cómo vamos a derrotar al socialismo del gran gobierno, incluido el casi inevitable segundo candidato presidencial demócrata Biden.
Este es un desafío mucho mayor de lo que hubiera imaginado antes de las elecciones.
Newt Gingrich fue presidente de la Cámara de Representantes de EE. UU. de 1995 a 1999 y candidato a la nominación presidencial republicana de 2012, y presidente de Gingrich 360.
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